Hace unos años estuve ingresado por una infección urinaria. Estaba en una habitación doble y a mi derecha, había un campesino que estaba a la espera de una operación quirúrgica: le habían diagnosticado un tumor de próstata.
Había entrado por la tarde con su mujer, una señora muy de pueblo que corría por todas partes para arreglarle la cama y hacerle la estancia lo más cómoda posible.
Por la noche, sobre las 9, vinieron sus hijos con sus respectivas parejas y se instalaron todos en círculo en la habitación. Yo tenía bastante fiebre pero me acuerdo perfectamente: cuando se fueron sus familiares, se quedó en la silla mientras su mujer se fue en busca de una botella de agua… y se durmió.
Lo operaban al día siguiente de un tumor, pero se puso… a roncar tranquilamente, en su silla.
Pasó una enfermera para administrarme un antibiótico y le dije: “A este hombre lo operan mañana pero mira, se ha dormido… » Me contestó: “Está en paz.”
Tal vez se había pasado toda la mañana en su tractor, y estaba agotado. Tal vez…
En todo caso, lo admiro, que a mí me cuesta dormirme hasta en la cama de mi casa.
Francamente, si a mí me operaran de un tumor, estaría haciendo ejercicios de respiración y de relajación durante toda la tarde.
Ahora bien, ¿cómo mi vecino de habitación en el hospital Clínico de Valencia pudo llegar a esta paz? No hablé mucho con él – como expliqué, tenía bastante fiebre – pero a pesar de ello tengo una idea de la respuesta: confiaba.
Vino al hospital como si estuviera de excursión, y seguramente fue una excursión para él, porque dudo de que aquel señor hubiera salido mucho de su pueblo.
La verdad es que en ningún momento mi compañero de habitación pareció sentirse amenazado, hasta nunca dio la impresión de que era consciente de que su vida podía estar en peligro.
En otras palabras: este campesino llegó al hospital como si yo llegara al hotel de una ciudad desconocida para pasar un fin de semana de ocio.
Dicho esto, ¿en que confiaba? En Dios? Quizás. Tal y como lo recuerdo, no me sorprendería. Pero yo creo que no sólo, creo que confiaba también en la medicina, estaba seguro de que su operación era una cuestión de rutina.
Según lo vi comportarse, estaba pensando más en sus labores del día siguiente que en su operación quirúrgica.
También debió de sentirse acompañado: su mujer estaba a su lado. Sus hijos vinieron a verlo…
En fin… ¿Cómo reaccionarias tú en caso de que te operaran de un tumor? Como mi antiguo compañero de habitación? Confiarías? ¿En qué?.. si no es indiscreto.
Me gustaría tener tu opinión sobre esta cuestión.