CUIDA TU COMIDA AUDIOVISUAL

Vivimos por medio de palabras e imágenes.  Es imposible dar un paso sin ser interpelado por un anuncio, un texto, un reportaje, un discurso, un sitio web… Ahora bien, ¿cuál es el impacto de esas palabras y esas imágenes sobre nosotros? No me refiero a su sentido racional sino a su peso emocional.  

¿Crees que no tienen impacto? Claro que sí, aunque no te das cuenta.

Nuestra alimentación material ha empeorado (ya sabes…la leche, la carne…) pero nuestra alimentación emocional también. 

Sé que los expertos no coinciden sobre los efectos de las escenas violentas, sexuales, dramáticas sobre nuestro cerebro. Muchos afirman que esas escenas tienen un efecto catártico, que nos ayudan a liberarnos de pulsiones destructivas.

Personalmente… no me lo creo. Digamos que intuyo que sí nos perturban.

¿Crees que visualizar reels con chicas semi desnudas, abiertas de piernas no te va a afectar? Mmmmh!

En los medios de comunicación quieren captar tu atención. Es evidente. Están dispuestos a todo para conseguirlo. Mira los títulos de los videos en Youtube. «X ridiculiza Y», «Zasca de X a Y», «Brutal», «Urgente», «Tremendo», «Terrible»… y las imágenes que ilustran la «noticia» son del mismo estilo: la cara deformada de un político, una escena de violencia…

Es triste pero es así… 

 ¿Qué palabras e imágenes has desayunado esta mañana?

En general, nuestra comida audiovisual es de muy mala calidad.

¿Cómo has empezado el día hoy? ¿Con una tostada y las últimas noticias que te ha presentado tu móvil?

Puede que pienses que sólo es espectáculo… 

Evidentemente, es espectáculo, pero no sólo. Representa el mundo en el que vivimos.

También puede que pienses que eres consciente y que no te va a afectar.

Desgraciadamente, la razón es muy limitada frente a las emociones. 

Como escribía al principio: «No me refiero al sentido racional (de las palabras y las imágenes), sino a su peso emocional.»

Quiero decir que por mucho que puedas descartar el contenido de un video, estarás envuelto en la dinámica (de rabia o de lastima, o de lo que sea…) que genera.

Las emociones que transmiten son potentes aunque no seas consciente. 

Es difícil ir en su contra.

Recuerdo a una señora que me explicó que un día, su hijo de quince años había vuelto bebido, que ella lo sermoneó, y éste, sin decir nada se sentó en el sofá y encendió la televisión. De repente, ante sus ojos aparecieron los Simpsons que justamente estaban ¡emborrachándose! «¿Cómo puedo educar a mi hijo en estas condiciones?», me preguntó.

Efectivamente, como lo han entendido los publicistas, lo importante no es el texto ni la imagen sino lo que vehiculan. Para vender no se trata solo de decir las cosas («¡Compre usted tal o tal producto!«) sino asociarlas a unas emociones.

Lo que quiero decir es: que una madre explique a su hijo que beber no está bien será poco eficaz frente a escenas donde el alcohol se asocia a la fuerza, al placer, a la inteligencia, a la rebelión.

Hace poco – unas décadas -, los medios, la literatura, promocionaban la sumisión.  Hoy es al revés. Promocionan la revuelta, la afirmación de si mismo, el anticonformismo, la crítica, etc.

Por cierto, ¿no notas la tensión en el aire? Cuando llegué a España hace 26 años el ambiente era diferente. La gente era mucho más alegre.

Tal vez sea especialmente sensible pero yo noto el malestar emocional, incluso diría que lo palpo cada día. (Hay que decir que como orientador psicológico especializado en los trastornos de ansiedad estoy en primera línea…)

Dicho esto, sé que no podemos intervenir en las dinámicas sociales, o muy poco pero creo que sí podemos, en cambio, actuar en nosotros mismos.

Ponte a dieta

En resumen, en este post es lo que te propongo: escoger a partir de ahora meticulosamente tu comida audiovisual. Toma conciencia de su importancia sobre tu equilibrio mental.

Ballerina

La tendencia a nuestro alrededor está clara… pero justamente no se trata más que de una tendencia: no generalicemos. Buscando un poco, se puede encontrar otra cosa –es decir: otras palabras, otras imágenes- que lo que nos rodea: una «comida» mas interesante, mas nutritiva, mas “luminosa”.

Es verdad que hay «McDonalds de la reflexión» y «pizzerías de la información» por todas partes pero afortunadamente aún quedan algunos restaurantes donde sigue cocinando «la abuela».

Internet es vasto: ¿por qué no buscar exclusivamente obras que nos enriquecerán emocionalmente?… Ojo, me doy cuenta de la ambigüedad de lo que estoy diciendo: podríamos creer que exhorto a “consumir” reportajes, artículos, películas que hacen apología de la belleza o de la bondad cuando en realidad sólo me refiero al aspecto emocional del contenido.

La tarea no va a ser fácil, lo sé, porque somos humanos, demasiado humanos (¡y la cultura basura atrae!) pero no lo demos por imposible. (Por cierto, si te cuesta ponerte en marcha, mi post La decisión te podría ayudar.)

Para terminar, lo repito porque es el objeto de este texto: no nos olvidemos, no sólo somos lo que comemos sino también y – ¿sobre todo? – lo que escuchamos, vemos y miramos.




ansiedad.lucmoliner.com/training

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