¿Te has preguntado alguna vez qué nos hace feliz? Seguramente habrás pensado en muchas cosas: tener dinero, viajar, estar con tu pareja, disfrutar de tu familia, etc. Ahora bien, hay un factor que influye mucho en nuestra felicidad, un factor en el que no habrás pensado… se trata del compromiso.
El compromiso es la capacidad de asumir una responsabilidad, una causa, un objetivo, una relación o una actividad con dedicación. El compromiso implica tener una actitud activa, positiva y constructiva ante la vida, y no dejarse llevar por la apatía, el conformismo o la resignación.
Según un estudio realizado por la Universidad de Harvard, el compromiso es uno de los principales determinantes de la felicidad. Los investigadores analizaron durante 76 años la vida de más de 700 hombres y mujeres, y encontraron que aquellos que tenían un mayor nivel de compromiso con sus familias, amigos, comunidades y trabajos eran más felices, saludables y longevos que los demás.
¿Por qué el compromiso nos hace felices?
El compromiso nos hace felices por varias razones:
Da un sentido a nuestra existencia. Cuando nos comprometemos con algo o alguien, sentimos que nuestra vida tiene una razón de ser, que estamos haciendo algo importante, que contribuimos al bienestar de los demás y al nuestro propio.
Nos ayuda a desarrollar nuestras habilidades. Cuando nos comprometemos con algo o alguien, nos esforzamos por hacerlo lo mejor posible, por aprender, por superarnos, por crecer.
El compromiso nos motiva a salir de nuestra zona de confort y a enfrentarnos a nuevos retos y oportunidades.
Nos conecta con otras personas y nos hace sentir parte de algo más grande que nosotros mismos. Cuando nos comprometemos con algo o alguien, establecemos vínculos afectivos, de confianza, de apoyo, de colaboración, de solidaridad.
El compromiso nos hace sentir que no estamos solos, que formamos parte de una comunidad, de un proyecto, de una causa.
Nos genera satisfacción. Cuando nos comprometemos con algo o alguien, disfrutamos del proceso y del resultado, nos sentimos realizados, reconocidos, valorados, agradecidos.
El compromiso nos hace sentir que hemos hecho algo bueno, que hemos cumplido con nuestra responsabilidad, que hemos alcanzado nuestras metas.
Un ejemplo de compromiso y felicidad
Un ejemplo de cómo el compromiso puede generar felicidad lo podemos encontrar en la historia de María, una mujer de 40 años que vive en Murcia, España.
María tiene una madre enferma de Alzheimer, que necesita de su cuidado y atención constante. María trabaja como profesora de primaria, y tiene que compaginar su trabajo con el cuidado de su madre.
María sabe que su madre no va a mejorar, que cada día va a perder más memoria, más autonomía, más identidad. Sin embargo, María no se queja ni se lamenta, asume su compromiso con amor, paciencia y dedicación.
En realidad, María siente que su madre es lo más importante de su vida, que le ha dado todo, que le ha enseñado a ser una buena persona, que le ha transmitido sus valores y principios y siente que su compromiso con su madre da sentido a su vida, le hace crecer como persona, le hace sentir útil y necesaria. En resumen: la hace feliz.
¿Cómo puedo comprometerme con algo que me haga feliz?
Para comprometerte con algo que te haga feliz, primero debes encontrar tu propósito de vida. El propósito de vida es esa razón que impulsa tu existencia, que te da sentido y significado, que te motiva y te satisface y puede estar relacionado con tu pasión, tu talento, tu vocación, tu misión o tu contribución al mundo.
Para encontrar tu propósito de vida, puedes seguir estos pasos:
• Reflexiona sobre lo que te impulsa. Piensa qué problemas te afectan profundamente y te mueven a actuar. Piensa en qué causas te importan y reflexiona sobre qué sueños tienes.
• Piensa lo que te energiza, qué actividades te hacen sentir vivo, feliz y pleno, sobre qué te gusta hacer, en qué te diviertes, en qué te relajas. Piensa en qué te hace perder la noción del tiempo.
• Reflexiona sobre lo que te hace único. Piensa qué habilidades y talentos tienes, qué se te da bien, en qué destacas y qué valores y principios rigen tu vida, en qué crees, en qué te inspiras. Piensa qué te diferencia de los demás.
• Experimenta y explora. Prueba diferentes cosas, sal de tu zona de confort, busca nuevas experiencias y aprendizajes. Viaja, conoce gente, lee, estudia, trabaja, voluntaria. Descubre qué te gusta y qué no, qué te llena y qué te vacía, qué te acerca y qué te aleja de tu propósito.
• Escucha tu intuición. Presta atención a tus emociones, a tus sensaciones, a tus pensamientos. Sigue tu voz interior, tu corazón, tu alma. Confía en tu sabiduría, en tu instinto, en tu guía. No dejes que el miedo, la duda, la presión o la opinión de los demás te impidan seguir con tu propósito.
La felicidad no es algo que se consigue de forma fácil y rápida, sino que se construye de forma gradual y constante, y no depende tanto de lo que tenemos o de lo que nos pasa, sino de lo que hacemos y de cómo lo hacemos. La felicidad no es una meta, sino un camino.
La verdad es que en ese camino, el compromiso es una herramienta fundamental. El compromiso nos permite asumir nuestra vida con responsabilidad, con ilusión, con pasión y dar lo mejor de nosotros mismos.
Así que, si quieres ser feliz, comprométete. Comprométete con una causa, con un trabajo, con un estudio, con un animal, con una persona. Comprométete con lo que te importa, con lo que te apasiona, con lo que te hace vibrar… Comprométete contigo mismo/a.