El hedonismo es una corriente filosófica que sostiene que el fin último de la vida humana es el placer y la evitación del dolor.
Dicho esto, ¿qué ocurre cuando alcanzamos la meta: el placer? ¿Nos hace realmente más felices o nos genera más insatisfacción y ansiedad?
En este artículo vamos a explorar el concepto de «rueda del hedonismo», un mecanismo psicológico que explica cómo nos adaptamos a los cambios positivos y negativos de nuestra vida.
¿De qué hablamos cuando hablamos de “rueda del hedonismo”?
La rueda del hedonismo, también conocida como «cinta hedónica», es la tendencia que tenemos las personas a volver a un nivel relativamente estable de felicidad, a pesar de las situaciones que vamos viviendo.
Es decir, que cuando conseguimos algo que deseamos o que nos hace sentir bien, como un ascenso, un aumento de sueldo, una pareja, un viaje o un objeto material, experimentamos una sensación de placer, pero ésta es temporal y pronto nos acostumbramos a ella y volvemos a nuestro estado anterior de felicidad.
El concepto fue acuñado por los psicólogos americanos Philip Brickman y Donald T. Campbell en su ensayo de 1971 “Hedonic Relativism and Planning the Good Society”.
Dicho esto, sólo fue al final de los años 90 que el psicólogo inglés Michael Eysenck desarrolló la idea y la llamó: “cinta de correr hedónica”, comparando entonces el comportamiento humano con él de un hámster corriendo en el interior de una rueda, quedándose siempre en el mismo lugar.
Según esos psicólogos, la rueda del hedonismo se debe a que tenemos un nivel de felicidad base, que está determinado por factores genéticos, biológicos y sociales, y que se mantiene relativamente constante a lo largo de nuestra vida. Así, cuando experimentamos cambios en nuestra calidad de vida, nuestro nivel de felicidad se desvía temporalmente de ese punto de referencia, pero luego vuelve a él, debido a los procesos de habituación, comparación y expectativas.
¿Cómo nos afecta la rueda del hedonismo?
La rueda del hedonismo llega a conclusiones importantes para nuestro bienestar, ya que nos muestra que la felicidad no depende tanto de lo que tenemos o de lo que nos ocurre, sino de cómo lo valoramos.
La teoría puede explicar, en parte, por qué el aumento del nivel de vida y del consumo en las sociedades modernas no se ha traducido en un aumento proporcional de la felicidad de las personas.
Al contrario, se ha observado que muchas personas sufren de depresión, ansiedad, estrés, adicciones y otros problemas de salud mental, «mientras lo tienen todo».
Así, se ha planteado que el hedonismo, entendido como la búsqueda del placer por el placer mismo, no es suficiente para alcanzar la felicidad, sino que hace falta algo más, como por ejemplo la búsqueda de la realización personal o el desarrollo de las virtudes.
¿TE SUENA?
Ahora te voy a contar la historia de Miguel cuya mujer belga nunca estaba satisfecha. Pienso que representa un ejemplo perfecto de “rueda del hedonismo”:
“Cuando ella llegó a España para vivir conmigo, se quejó de que no hablaba español y que por lo tanto no podría trabajar. Era camarera, diplomada de una buena escuela de Hostelería de su país. Me dijo que en su oficio hacía falta hablar con los clientes, que si alguien, por ejemplo, le pedía un cenicero hacía falta entenderlo. Yo entonces tuve una idea. Le dije: “Preséntate en un restaurante francés. Ahí no tendrás que hablar español.” Eso hizo. Y la contrataron. En el mejor restaurante francés de Barcelona además. Estuvo feliz. Pensé que había encontrado su camino, pero no, al cabo de unos meses, volvió a quejarse. “El chef no es buena persona. Me trata como a una esclava. Hago muchas horas extra y no me las paga. Es tacaño. Hasta se queda con las propinas que los clientes nos dan a nosotras las camareras.” Le contesté: “Busca otro trabajo.” Me respondió: “Como voy a buscar otro trabajo si siempre estoy trabajando.” Decidí entonces redactarle curriculums vitae en español. Los mandé a los mejores hoteles de la ciudad. Al poco tiempo, recibió una oferta del Hotel Arts. Se presentó y la contrataron. Estuvo feliz. Muy muy feliz. Mandó una postal a sus profesores de la escuela belga de hostelería explicando que había encontrado trabajo en uno de los mejores hoteles de Europa. Pensé que ya estaba, que esta vez todo iba a ir bien, pues no, al cabo de unos meses, volvió a quejarse. De repente habían cambiado el jefe de sala y no se llevaba bien con él.«
¿Cómo salir de la «rueda del hedonismo»?
Salir de la rueda del hedonismo no es fácil, ya que implica cambiar nuestra forma de pensar, de sentir y de actuar. Sin embargo, existen algunas estrategias que pueden ayudarnos a romper el ciclo de la insatisfacción permanente.
Algunas de estas estrategias son las siguientes:
• Visualizar negativamente: ésta es una técnica cognitivista, que consiste en imaginarse escenarios desagradables o adversos, como: estar solo, enfermo, pobre o perseguido.
El objetivo es apreciar más lo que tenemos en el presente y no darlo por sentado.
Esta técnica se basa en el principio de que no podemos controlar lo que nos sucede, sino cómo reaccionamos ante ello.
Fue desarrollada hace más de 2000 años por los filósofos estóicos griegos.
Al visualizar lo peor que podría pasar, nos preparamos para afrontarlo con serenidad y valoramos más lo bueno que tenemos.
No se trata de una estrategia masoquista. No imaginaremos esas situaciones por gusto, lo haremos para mejorar nuestras vidas.
Cuando, de pequeños, no queríamos comer lo que teníamos en nuestro plato y nuestros padres nos decían: «Piensa en los niños de África, que no tienen nada.», de alguna manera practicaban la visualización negativa.
Existen dos variantes de la técnica:
- consiste en recordar un momento difícil de nuestra vida, de conectar emocionalmente con él, para luego abrir los ojos viendo que ya lo hemos superado.
- también puedes ver documentales – en Youtube por ejemplo – sobre la pobreza que te rodea para luego valorar lo que tienes.
• Simular: ésta es otra técnica que nos ayuda a salir de la rueda del hedonismo. Posiblemente la mejor. Consiste en vivir durante un día como si no tuviéramos algo que damos por hecho: un vehículo, un teléfono, una comida o una persona.
Al experimentar la privación de algo que nos gusta o necesitamos, nos damos cuenta de lo afortunados que somos y reducimos nuestra dependencia de los placeres externos.
Recordemos que no hace mucho los viernes se renunciaba a una comida rica y copiosa.
• Practicar la gratitud: se trata de apreciar lo que tenemos y lo que somos, en vez de enfocarnos en lo que nos falta o en lo que queremos.
La gratitud nos ayuda a valorar las cosas buenas de nuestra vida, a ser más optimistas, a mejorar nuestras relaciones y a aumentar nuestra autoestima.
La manera de practicar la gratitud puede ser escribiendo un diario, expresando nuestro agradecimiento a los demás, o haciendo un recuento mental de las cosas por las que estamos agradecidos cada día.
Muchos católicos siguen hoy día dando las gracias al Señor por la comida presente en su mesa.
• Cultivar el “mindfulness”: se trata de prestar atención al momento presente, sin juzgarlo ni reaccionar a él, sino aceptándolo tal y como es.
El mindfulness nos ayuda a ser más conscientes de nuestros pensamientos, emociones y sensaciones, a reducir el estrés, a regular nuestras emociones y a mejorar nuestra salud.
Podemos cultivar el mindfulness practicando la meditación, la respiración consciente, o realizando actividades cotidianas con plena atención y curiosidad.
• Buscar un propósito de vida: se trata de encontrar un sentido a nuestra vida, que nos motive a actuar de acuerdo con nuestros valores y nuestras metas.
El propósito nos ayuda a darle un significado a lo que hacemos, a sentirnos más realizados, a superar los obstáculos y a contribuir al bien común.
En este sentido, podemos buscar el propósito reflexionando sobre nuestras pasiones, nuestros talentos, nuestras necesidades y nuestras aspiraciones, y buscando formas de expresarlos y de compartirlos con los demás.
• Conversar con personas que han vivido cosas duras. Por ejemplo, personas que han conocido la época franquista.
¿Cómo reaccionaban frente a la injusticia institucional en aquellos tiempos? ¿Y frente a la pobreza?
A menudo recomiendo a mis consultantes ir a una residencia de ancianos y entablar conversaciones con los residentes.
Buscando especialmente a los que han pasado por pruebas vitales difíciles.
La verdad es que esta técnica me recuerda al médico de la película “El Club de la lucha” que se niega a recetar somníferos al protagonista y le recomienda participar a las reuniones de una asociación de hombres que han padecido cáncer de testículos… para que relativice su sufrimiento.
Conclusión
La rueda del hedonismo es un mecanismo psicológico que nos muestra cómo nos adaptamos a los cambios de nuestra vida.
Para salir de la rueda del hedonismo, podemos practicar la gratitud, el mindfulness, la visualización negativa, hacer simulaciones, entablar conversaciones con personas que han sufrido mucho, etc.
Estas estrategias nos permitirán disfrutar de lo que tenemos, vivir más el presente, darle sentido a nuestra vida y relativizar.
Ahora bien, solemos hablar de la rueda del hedonismo de manera negativa, pero ¡ojo! puede también ser positiva.
Puede ayudarnos a ser resilientes, es decir, a adaptarnos y a crecer ante las dificultades.
Por ejemplo, cuando sufrimos algún contratiempo o pérdida, como una enfermedad, una ruptura, un despido o una crisis económica, nos volvemos angustiados, pero con el tiempo, gracias a la rueda del hedonismo, nos recuperamos y nos adaptamos a la nueva situación.