Todos conocemos las adicciones al trabajo, al móvil, al sexo, a las compras… pero pocos conocemos la adicción al estrés, una adicción bastante común sin embargo.
Solemos pensar que el dolce farniente como dicen los italianos (no hacer nada) es un sueño universalmente compartido. De hecho, si preguntamos a nuestros amigos, muchos de ellos nos dirán que si pudieran les gustaría estar tumbados en una playa del Caribe tomando el sol.
Pues no todo el mundo piensa así: por sorprendente que sea, hay una parte cada vez mas importante de la población que disfruta de la agitación, del movimiento y del frenesí.
No penséis exclusivamente en los yuppies, no, los adictos al estrés están por todas partes.
Es evidente que la gente propensa a la competitividad, como los ejecutivos ambiciosos, caerá con más facilidad, pero no sólo: en realidad, la mayoría de los adictos al estrés son personas ansiosas, incluso depresivas…
Digamos que la actividad tapa la ansiedad o la depresión, actuando como tranquilizante.
En realidad, hay dos tipos de ansiosos y de depresivos: él que no quiere hacer nada, que se pasa todo el día en el bar o delante de la televisión, y luego él que no puede parar, que se carga de actividades de manera excesiva.
Evidentemente, nuestra sociedad no ayuda a mejorar la situación. Al contrario. Está bien visto estar siempre ocupado. Es sinónimo de dinamismo. Por ejemplo, poca gente hoy día, incluso en los pueblos, cultiva el «arte del inmovilismo»: parando cada vez que se encuentra con un conocido por la calle, sentándose delante de su puerta para mirar a los transeúntes, etc.
¿Podrías ser tú un adicto al estrés?
Naturalmente, el adicto al estrés no suele ser consciente de su enfermedad. Como es el caso de los adictos en general. El adicto al estrés se justificará: “Soy trabajador.”, “No soy un vago.”. De la misma manera que un alcohólico o un adicto al sexo se consideraran vividores.
Ahora bien, ¿cómo saber si uno es adicto o no?
Es muy fácil: ¿Estas acabando la tarea que te propusiste – por ejemplo: un master – y ya estás pensando en otra? Tienes dos días de vacaciones y ya te has programado tareas interminables?
El adicto al estrés cuando ve su nivel de actividad descender o disminuir, se busca algo. No puede descansar nunca, ni durante sus momentos de ocio.
Dicho esto, no se debe hablar de adicción cuando no hay un efecto negativo en la vida diaria. Por ejemplo, no paras pero duermes como un bebe, no te duele nunca la cabeza, etc. Quizás seas sólo una persona hiperactiva.
Cómo salir de la adicción
Primero, el afectado tendrá que reflexionar sobre sus creencias en la medida en que suele asociar el estar relajado y sin trabajar a vagancia, a pérdida de tiempo. Concretamente, tendrá que aprender que hay un tiempo para rendir y un tiempo para descansar.
Luego, el adicto al estrés tendrá que poner profundamente en cuestión su estilo de vida.
En esta fase, por ejemplo, elaborará y seguirá al pie de la letra una agenda con actividades de relajación, de ocio, etc.
En todo caso, cada tratamiento será siempre diferente, personalizado. Está claro que lo importante no es el síntoma sino sus causas, es decir las vivencias, los diferentes significados que cada uno da a «su enfermedad».